Molino de Belen
El Molino de Trigo de Belén fue fundado en un lugar llamado Coscoacoaco, al poniente de la ciudad, donde abundaban los manantiales como el de Santa Fe y el del Desierto de los Leones y ríos como el de Tacubaya que favorecieron el crecimiento económico de la zona, ya que los cauces daban movimiento a las ruedas aguadoras de los molinos.
El molino fue instalado en 1725 por Juan Ramírez de Cartagena, respondiendo a los nuevos hábitos alimenticios, ya que a partir de la llegada de los europeos, la producción y consumo de trigo había aumentado en todo el continente americano. En el año de 1742, el molino y sus terrenos pasaron a manos de la Compañía de Jesús quienes lo utilizaron para aprovisionar a las misiones en las filipinas y durante este periodo le fue asignado el nombre de “Molino de Nuestra Señora de Bethelem”, que con el tiempo se fue abreviando hasta llegar a Belén. En 1771, el molino cambia de manos y pasa a poder de Juan José Oteiza Vértiz, en 1806 vuelve a cambiar de propietario con todo y el Rancho de Coscoacoaco a favor del señor José María Fagoaga, quién a su vez lo vende a Felipe Miranda Avilés, quién hereda el terreno a su viuda María Guadalupe Reyes quién remata la propiedad a favor de la Sociedad Benavides Viuda de la Torre e hijos.
La inestabilidad política y económica del final del siglo XVIII y principios del XIX se refleja en los cambios de propiedad y, sin embargo, el Molino de Belén seguía funcionando. Una vez qué pasó la propiedad a Juan Manuel Banfield despuntó el desarrollo industrial en la zona, aumentaron la producción de papel en la ahora Fábrica de Papel de Belén para satisfacer la demanda de la ciudad hasta su cierre entre 1900 y 1910.
En 1910 se instaló el Laboratorio de Municiones y Artificios en el casco de la fábrica y en 1930 se construyó un campo de tiro y un edificio para talleres de pólvora negra.
Actualmente, el Molino de Belén ha sufrido el paso del tiempo y solo quedan vestigios de la historia industrial en esta zona que hoy son instalaciones de la Policía Federal y un museo de sitio.
La capilla construida en el siglo XVIII es de muros anchos, los vanos tapiados, aún se ve un arco grande que rodea un óculo y la portada de arco de medio punto moldurado, con una espadaña de un vano y sin campana.
Del acueducto solo quedan algunos vestigios y queda como mudo testigo de que un día paso por ahí el agua de manantiales como el de Santa Fe y el del Desierto de los Leones y ríos como el de Tacubaya.